En su ensayo “Travesía poética de una década: 2010-2020”1, la poeta colombiana Luz Mary Giraldo rastrea las distintas tendencias que han marcado la poesía colombiana en la pasada década. Para Giraldo, María Paz Guerrero (Bogotá, 1982) figura entre las poetas que rompen con el orden de las palabras para renovar el lenguaje poético, pero para Guerrero no se trata solo de renovar, sino de volatilizar el lenguaje desde la sonoridad2. En línea con sus otros dos poemarios –Dios también es una perra (2018) y Los analfabetas (2020)–, Lengua rosa afuera, gata ciega 3articula una poética de la disonancia del lenguaje a partir de gramáticas desestructuradas y palabras estridentes.

A lo largo de las dos secciones que forman este poemario –“Lengua rosa afuera, gata ciega” y “Apnea”–, Guerrero dirige nuestra mirada hacia cuerpos femeninos, algunos con nombre propio –como Annapurna, la gata ciega y Roberta la lora–, y el resto anónimos. Y estos cuerpos existen en un mundo hostilmente moderno que los paraliza: “queremos rasguñar hacer fisioterapia / tres veces por semana / calor, frío en los músculos tiesos4” (7-8); los degrada: “y tiene / un último pedo de vida / acaso el pañal tiene una última mierda”5 (22); y los enferma: “Además todos tenemos miedo / de que el examen diga / por la misma frialdad que tú me das / metástasis”6 (43). Ante el malestar material que aqueja a estos cuerpos, Guerrero nos plantea una pregunta implícita: si escribir es, antes que nada, una práctica corporal, ¿qué tipo de escritura desemboca de estos cuerpos? Una escritura dispar, enrevesada y discordante. 

Cuando una gata ciega se pega contra la pared, rama seca

pero camina recta con nariz de cosa llena

trapo viejo ya raído como red de pesca

un, dos, tres pasos de gata

se da contra las patas de las sillas, las patas de las mesas,

todo lo que es pared ha sido fabricado para una sola cosa

patacú patacú

todo estacionado para ella (10)

“Cuando una gata ciega…” anticipa una consecuencia que nunca se concreta y cierra abruptamente con “rama seca”, dando paso a repeticiones vocálicas –como “llena”, “pesca”, “mesas” y “ella”– que, sin constituir una rima estricta, marcan la sonoridad de la estrofa. Pero Guerrero no solo juega con lo que escuchamos, sino que intensifica lo que vemos. Los golpes que la gata ciega “se da contra las patas de la silla” se acentúan en palabras ensordecedoras como “patacú patacú”, que reconstruyen el alboroto de su merodeo accidentado. Poco a poco, la descomposición de estos versos conduce hacia el mero ruido de las palabras.

Roberta decía mal-pa-ri-da y se reía

patichueca por toda la casa:

fi-de-li-na fi-de-lo-na-pri-me-ro-co-mu-nis-ta yahoramariconaaa

Roberta

lengua gris

instruida pa-ra-ex-pre-sar-ma-ri-qui-ta chillona (28)

Así se presenta Roberta: como esos loros enjaulados que más que animales son adornos de patios y fincas. Guerrero, como los niños que se acercan a los loros para enseñarles groserías que luego repiten sin parar, la hace decir algunos versos. Pero su voz chillona y entrecortada, como la de otros loros, transforma esas groserías tan familiares en ruidos extraños —al fragmentarlas (“mal‑pa‑ri‑da”) o alargarlas (“yahoramariconaaa”)— y hace saltar la duda si es que conocemos realmente estas palabras o creemos conocerlas desde el olvido. 

Leer así, algoritmo sin yo, lengua rosa, dádádá, palabra tras palabra como se 

escucha a Héctor Lavoe: alale lalale, un cuerpo todo

menudo que ni cuello ni baila, que solo casi ritmo, que

paren la puerta que paren la puerta oye Ruperto que

paren la puerta (29)

Y esta duda también surge al hablar de las canciones que van apareciendo. Aunque sean pocas —ya sea “Timbalero” y “Escarcha” de Héctor Lavoe, o “Mi querencia” y “La vaca mariposa” de Simón Díaz—, partes de ellas se insertan en la escritura, se ensamblan entre los versos y se vuelven parte del poema. Van y vuelven a lo largo de todo el poemario, pocas veces fácilmente reconocibles y muchas otras transformadas en otra cosa. 

Darse en la cabeza 

en la pura cara, desplomarse

darse en la simple elegante jeta

camina muchachita

y que te cojan puntos

para nada

porque después, una verdad

por fin, una sola:

no recibe —es un hecho— ni siquiera intentas

clausuras el pico

que suena para ti

nada será apto para ingresar más en esa precisa boca

el quinto octavo habla como es

ni media dislalia ni dislalia entera licuada (70)

Poesía y música contrastan con fuerza: el cuerpo que está desplomándose de cabeza en el poema y la mujer que baila “Zúmbale” de Henry Fiol. Las palabras –“cabeza”, “pura cara”, “desplomarse”, “jeta”– chocan con los fragmentos de la canción –camina muchachita–, provocando un desencuentro cacofónico entre ambas sonoridades, que aviva estas imágenes violentas a punto de destruirse que construyen el poema.

Leer Lengua rosa afuera, gata ciega confirma que existe una parte de la poesía latinoamericana actual preocupada por explorar el lenguaje desde sus propias entrañas. Estas escrituras —un poco opacas, pero sobre todo disruptivas— se forjan desde una forma determinada de hablar el español y el contexto social que lo rodea, mediado por la violencia estructural, la conciencia del cuerpo y las nuevas técnicas de escritura digital. Así como María Paz Guerrero opta por lo brusco y coloquial del español colombiano, otras poetas contemporáneas en esta misma sintonía, como Dolores Dorante (México) y Liliana García Carril (Argentina), también apuestan por una poesía actual que apunta hacia una reflexión del y desde el lenguaje que existe en estas realidades. Solo faltan más lectores cansados de las palabras bonitas y entusiasmados por explorar el lado disonante del lenguaje. Para todos ellos, Lengua rosa afuera, gata ciega no los dejará indiferentes.

  1.  Publicado en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República de Colombia en 2021.
    ↩︎
  2.  Vargas Caparroz, L. Pensar desde la fragilidad: una entrevista a María Paz Guerrero. Hypérbole. https://hyperbole.es/2022/09/pensar-desde-la-fragilidad-un-a-entrevista-a-mari-paz-guerrero/ 
    ↩︎
  3.  Himpar Editores. 2021.
    ↩︎
  4.  “[Nos recostamos, aburridos, encorvamos la…]”.
    ↩︎
  5.  “[Hay flores que secretan fluidos antes de que el cuerpo se ponga]”.
    ↩︎
  6.  “[La nuez no es dulce, tú la riegas…]”.
    ↩︎

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