lo observo desde mi herman miller defendiendo su propuesta en una reunión de la empresa. por las horas intempestivas siento que el runrún de su voz suave me adormece y me lleva a fantasear con agarrarle del cuello; un acto salvaje que esconde un cariño familiar y extraño. apenas nos hemos relacionado, lo más personal que sé de él es que nació en la cúspide entre los signos leo y virgo. nuestra compatibilidad astral y pasional depende del planeta que lo rija.
en tan solo unos minutos ha logrado que a escondidas me suelte la melena, me eche unas gotitas de perfume gucci y me hidrate los labios con liposan blackberry. caigo en un instinto completamente primario, convirtiéndome en el animal que corteja. no importa la evolución de los homínidos o la cuarta ola del feminismo. como decía berta garcía faet: “yo soy un ser de deseo”.
en este momento, su timbre amable me llega como una nube de feromonas y me fijo en detalles que nunca antes había advertido. su manera de tragar saliva con una pausa elegante, la forma en que sus manos rozan el espacio entre los cuerpos, su gesto dócil al asentir con la cabeza, el chasquido erótico de su lengua al pronunciar la palabra beirut. pienso en el verso de faet “sé lo que es una revuelta de hormigas rojas / africanas / por entre las piernas” para ponerle nombre a este temblor. y sigo recitando silenciosamente “sé lo que es decirle, por ejemplo, / oh qué interesante/ mientras pienso oh dios lo que te haría” en un intento de evitar morderme el labio.
no sé en qué parte de mí almacenaba este apetito tan básico. esta hambre hormonal y humana nacida de la gónada más ridícula y patosa. no imaginaba que fuese tan complejo luchar contra este rugido cuando debo atornillar los dedos a las teclas del ordenador. confío en que dentro de tres días ya no sentiré esta ansia por poner huevos en mitad de la oficina; confío en que él volverá a parecerme alguien corriente que se presenta pulcro y educado ante el mundo. pero hoy no. hoy lo racional es borroso e hiperventila. supongo que estoy ovulando.
